¿ALABAR o ALENTAR?

Una de las cosas que más me llamó la atención al formarme en Disciplina Positiva, fue precisamente esto, descubrir las diferencias entre estos dos conceptos, alabar vs alentar, y su repercusión en la crianza. Aunque nunca me lo había planteado, en ese momento eché la vista atrás, hacia mi propia infancia, y comprendí a qué se referían.

Falsa autoestima

Durante mi niñez había sido la peque que sacaba buenas notas y se portaba bien. Por ello recibía alabanzas todo el tiempo y estaba feliz. “Qué buena es” “Qué estudiosa”” Cuánto lee” “Qué responsable” … con el tiempo llegó la adolescencia y tuve un bajón, mis notas dejaron de ser tan buenas y entonces, desaparecieron los halagos. Y con ellos desapareció también la falsa autoestima. No tenía, me había acostumbrado tanto al beneplácito externo, que no sabía cómo motivarme a mí misma. Si no recibía valoración de fuera, estaba perdida. Como podéis imaginar, me llevo a sufrir durante una buena temporada.

Mirando a mi alrededor, puedo ver que otras personas pasaron por lo mismo, y todas sufren o han sufrido en mayor o menor medida ¿Cuántas personas con miedo a emprender por no ser lo suficientemente buenas? ¿Cuántas personas que no se atreven a expresar sus límites por temor al rechazo? ¿Cuántas que han dejado atrás sus sueños de la infancia porque no encajaban con lo que se esperaba de ellas? ¿Cuántas abogadas que querían ser bailarinas? ¿Cuántos médicos que querían ser pintores? ¿Cuántos ingenieros que querían ser actores o psicólogos o escultores o floristas?

Refuerzo ¿Positivo?

Tuve que hacer esa reflexión para entender por qué el “refuerzo positivo” del que tanto había oído hablar en clases de psicología o en la tele, de positivo, tenía muy poco.

Como lo oyes. No se puede negar que al igual que los premios y los castigos, tiene un cierto efecto a corto plazo, pero a la larga, no empodera a nuestros hijos y les da autonomía.

Un halago de vez en cuando está bien, pero cuando son continuos, acabamos creando una dependencia. Mi hija hará las cosas simplemente por complacerme a mí y … ¿Qué ocurrirá el día que saque mala nota? ¿O el día que haga un dibujo espantoso? ¿Ya no será una campeona? ¿Valdrá menos? ¿No hará feliz a mamá? Lo más probable es que deje de hacer cosas que quiere hacer, que en lugar de pensar cómo lo haría ella, piense siempre cómo quieren mamá, papá o la profe que lo haga. Puede que se sienta frustrada, decepcionada, triste…

En cambio, cuando alentamos, cuando ponemos el foco en el proceso, la estamos pasando el poder a ella. Yo la quiero igual y estoy orgullosa de ella sin importar la nota que saque, pero cuando ella es consciente de haberse esforzado y haber obtenido un buen resultado, no depende de mi alabanza, sino que su motivación sale de dentro. ¿No os parece una habilidad maravillosa? Ya no solo pensando en la infancia sino para toda nuestra vida.

Lo malo es que parece que el halago a veces sale solo ¿verdad? Pues claro, queremos a nuestros hijos e hijas y queremos que estén siempre felices pero ¿es algo realista? ¿Les prepara para el mundo real? Seguro que en el futuro se encontrarán con un jefe o cliente que critique su trabajo. ¿Cómo reaccionarán?

De la teoría a la práctica

Mi hija dibuja mucho, y siempre viene a preguntar ¿Te gusta? Normalmente intento centrar mi respuesta en lo que veo, pero hay veces que insiste ¿Pero te gusta o no? Y en esos casos le devuelvo la pregunta ¿Y a ti? ¿Te gusta? ¿Y por qué te gusta o no te gusta? Ahí suele terminar, pero si vuelve a preguntar, simplemente le describo lo que me gusta o no y la razón. ¡Ah! y soy humana, a veces le digo que ¡Me encanta!

Con el tema de la pintura en general tuvimos ya nuestro drama. Recuerdo que con 4 años, la profe, cuando consideraba que el dibujo que habían hecho no estaba bien, los llamaba borrajetos. Para contrarrestar esto hablamos un montón sobre el arte abstracto. Le enseñé infinidad de cuadros de pintores importantes, los cuales, según ella, eran borrajetos también. Pero entendió que el dibujo que para una persona está mal, para otra es una obra de arte. Así que lo importante no era si a mi me gustaban sus dibujos, sino si le gustaban a ella, si disfrutaba mientras los hacía.

Si queremos que se conviertan en personas autónomas, capaces de perseguir sus metas, empoderadas y seguras, entonces debemos intentar mover el foco hacia el proceso, en lugar de ponerlo en el resultado.

El resultado a veces no es el que nos gustaría, pero no significa que no haya habido esfuerzo, trabajo o ganas, y si obviamos todo eso, no cuidamos de su autoestima. ¿No te ha pasado alguna vez que a pesar de estudiar mucho para un examen, lo has suspendido?

Probemos a cambiar frases de este tipo:

¡Has sacado un 10! Eres la mejor

¡Eres un campeón!

Me encanta tu dibujo, lo haces todo tan bien…

¡Te has sabido toda la lección! Me haces tan feliz…

Por estas otras:

Según has doblado la camiseta, veo que te has esforzado un montón.

Veo que has utilizado diferentes colores y formas, parece que lo disfrutas mucho.

¡Te has sabido toda la lección! Seguro que estás muy satisfecha

Mover el foco

Como comentaba arriba, es importante mover el foco de atención. Esto nos será muy útil para responder, sobre todo cuando se equivoquen o no hagan algo como nos gustaría.

Si mi hija saca un 3 en el examen, en lugar de ver el suspenso, valoraré su esfuerzo y trataré de averiguar con ella qué es lo que ha pasado y qué puede cambiar para mejorar la nota la próxima vez. Seguramente ella ya se sienta frustrada o decepcionada por haber suspendido (incluso si lo niega). Si llega a casa y recibe una regañina, se sentirá mucho peor y nada motivada para mejorar. Puede que hasta piense que es injustamente tratada y aparezcan las luchas de poder o ganas de venganza.

Otro punto importante a tener en cuenta cuando hacen algo bien, es no centrar siempre nuestras palabras en el esfuerzo. La razón es que hay veces en las que nos esforzamos mucho o trabajamos muy duro y aún así, no obtenemos los resultados deseados. Y nuestros hijos e hijas deben ser conscientes de ello para manejar su frustración.

No hace falta

De verdad, no hace falta decir que todo lo hacen genial, que van muy guap@s, que sus dibujos son preciosos o que cantan como los ángeles. Entre otras razones, porque no será verdad. No importa la edad que tengan, aunque tus hijos sean muy pequeños, son muy hábiles captando mentiras.

Yo quiero que mis hijas puedan preguntarme libremente sobre algo sabiendo que no las voy a engañar, ni siquiera para que se sientan mejor. Para mi es la mejor manera de crear una relación de confianza, incluso si ya han llegado a la adolescencia, podemos encauzarla y mejorarla.

Os pongo un ejemplo. Cuando tengo que comprarme algo de ropa para una ocasión especial y estoy indecisa, nunca pregunto a mi madre porque sé que me va a decir que me queda bien, aunque parezca un saco de patatas. En cambio, si pregunto a mi hermana, me da su opinión objetiva y razonada, ya sea o no lo que quiero oír. ¿Me enfado con mi hermana cuando no me dice lo que quiero? No. Lo valoro. Y si a pesar de su opinión en contra a mi me gusta, me lo quedo.

¿Y tú? ¿A quién has dejado de preguntar porque siempre te da la respuesta que quieres?

Practicar, practicar

Cuando cambies tu modo de comunicarte notarás cierta dificultad, ni estamos acostumbradas ni lo escuchamos con frecuencia en el entorno. Requiere tomar consciencia y esforzarnos, pero a medida que practiquemos saldrá de forma más fluida.

Habrá ocasiones en las que sigas alabando pero no te preocupes, todas lo hacemos 😉

¡Ánimo!

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